Le caían bien, pero no podía hacerlo, no podía. Su miedo era excesivo,
no estaba acostumbrado a comprometerse con nada ni con nadie. Era un
buen compañero, aunque eso de mojarse.....NO.
Aunque no era mala persona, todo le era indiferente, nada parecía interesarle del tema laboral, ni social. Bueno, si. Le interesaban los aspectos externos, las apariencias. Se dejaba llevar por la espectacularidad de algunas personas, de sus formas, sus posesiones, su fama....
Pero aún así, los otros le caían bien, eran distintos, honestos, sinceros. Siempre le pedían su opinión. Le exigían su opinión. Pero no estaban bien vistos por el poder, y si se arrimaba a ellos, podría ser mal visto él también.
Sólo necesitaba cambiar algunos valores y darse cuenta de que unas personas tienen mucho EXTERNAMENTE y poco INTERNAMENTE, y otras personas, justo lo contrario.
Y es que las personas que componen esa organización anarcosindicalista, no quieren aparentar nada. No tienen grandes posesiones, ni son famosos, ni los sacan en los medios de comunicación, ni prometen nada. Sólo tienen muchos años de lucha, muchas horas de trabajo e ilusión y mucha coherencia, porque llevan luchando desde hace mucho tiempo por la libertad, la democracia, la verdad y la dignidad.
Y además lo hacen con mucha ilusión, honestidad, transparencia y solidaridad, desde la ética libertaria.