C.E.O.E. = Como Engañar a Obreros Españoles
EL LADRONCILLO VALIENTE
No hace mucho tiempo que existía un humilde ladroncillo que se ganaba la vida robando con sus empresas y su jeta, sentado sobre su mesa, junto a la ventana; risueño y de buen humor, se había puesto a robar a todo trapo. En esto pasó por la calle una currela que gritaba:
—¡Currelo, quiero currelooooo… baratoooooo…
Este pregón sonó a gloria en sus oídos. Asomando el ladroncillo su fina cabeza por la ventana, llamó:
— ¡Eh, pringada! ¡Sube, que aquí trabajarás, te pagaré en negro y sin contrato! Y no pagaré a la seguridad social.
Subió la currela los tres tramos de escalera con su curriculum a cuestas, y el ladroncillo, dijo:
—Este curriculum no me parece malo; así que te contrato sin contrato, muchacha, y si no te doy de alta en la seguridad social, no vamos a pelearnos por eso.
La mujer, que esperaba un mejor contrato, se marchó malhumorada y refunfuñando:
— ¡Vaya! —Exclamó el ladroncillo, frotándose las manos—. ¡Que Dios bendiga esta sociedad pasiva que me da salud y fuerza!
Mientras tanto, el saber que podrían tener trabajo, ilusionó donde estaban los parados sentados en gran número y éstos, sintiéndose atraídos por la posibilidad de currar, llegaron en verdaderas legiones.
— ¡Eh, quién les invitó a ustedes! —dijo el ladroncillo, tratando de espantar a tan indeseables huéspedes. Pero los parados, que no entendían nada, lejos de hacerle caso, volvían a la carga en bandadas cada vez más numerosas.
-Queremos trabajo, barato, barato….
Por fin el ladroncillo perdió la paciencia, sacó un pedazo de encargado del hueco que había bajo su mesa, y exclamando: « ¡Esperen, que yo mismo voy a servirles!», descargó sin misericordia un gran golpe sobre ellos, y otro y otro. Entre E.R.E. y finiquitos, vio que por lo menos había despedido a veinte.
« ¡De lo que soy capaz!», se dijo, admirado de su propia audacia. «La ciudad entera tendrá que enterarse de esto» y, de prisa y corriendo, el ladroncillo se cortó un cinturón a su medida, lo cosió y luego le bordó en grandes letras el siguiente letrero: VEINTE DE UN GOLPE.
« ¡Qué digo la ciudad!», añadió. « ¡El mundo entero se enterará de esto!»
Y de puro contento, el corazón le temblaba como el rabo al diablillo.
Luego se ciñó el cinturón y se dispuso a salir por el mundo, convencido de que su empresa era demasiado pequeña para su valentía. Antes de marcharse, estuvo rebuscando por toda la casa a ver si encontraba algo que le sirviera para el viaje; pero sólo encontró un chivato-lameculos viejo que se llevó con él. El camino lo llevó por una montaña arriba. Cuando llegó a lo mas alto, se encontró con un gran empresario que estaba allí sentado, mirando pacíficamente el paisaje. El ladroncillo se le acercó animoso y le dijo:
— ¡Buenos días, camarada! ¿Qué, contemplando el ancho mundo? Por él me voy yo, precisamente, a correr fortuna. ¿Te decides a venir conmigo?
El gran empresario lo miró con desprecio y dijo:
— ¡Quítate de mi vista, monigote, miserable criatura!
— ¿Ah, sí? —Contestó el ladroncillo, y, desabrochándose la chaqueta, le enseñó el cinturón—-¡Aquí puedes leer qué clase de hombre soy!
El gran empresario leyó: VEINTE DE UN GOLPE, y pensando que se tratara de hombres despedidos por el cabrón, empezó a tenerle un poco de respeto. De todos modos decidió ponerlo a prueba. Agarró un currela y lo exprimió hasta sacarle hasta la sangre.
— ¡A ver si lo haces —dijo—, ya que eres tan fuerte!
— ¿Nada más que eso? —Contestó el ladroncillo—. ¡Es un juego de niños!
Y metiendo la mano en el gobierno lo apretó hasta sacarle todo el jugo a los pringaos.
— ¿Qué me dices? Un poquito mejor, ¿no te parece?
El gran empresario no supo qué contestar, y apenas podía creer que hiciera tal cosa aquel hombrecito. Tomando entonces otro currela, lo despidió tantas veces que la vista apenas podía seguirle.
—Anda, pedazo de hombre, a ver si haces algo parecido.
—Un buen despido —dijo el ladrón
El ladroncillo y el gran ladrón, encontraron a varios ladrones sentados en un restaurante de lujo: cada uno tenía en la mano un currela achicharrado y le estaba despojando de su dignidad. El ladroncillo miró a su alrededor y pensó: «Esto es mucho más vicio que lo mío.»
A la madrugada, los currelas, sin acordarse ya del ladroncillo, se disponían a marcharse al INEM cuando, de pronto, lo vieron tan alegre y tranquilo como de costumbre. Aquello fue más de lo que podían soportar, y pensando que iba a matarlos a todos, salieron corriendo, cada uno por su lado.
Y tú, currela pringado ¿apoyas a tu ladroncillo valiente?
¿Esto es un cuento?
BIEN JODIDOS!!!
Soy idiota por “la gracia” de dios. ¡qué gracia!
Si me engañan una vez y les vuelvo a apoyar………soy idiota.
Si me engañan dos veces y les vuelvo a apoyar………soy bidiota.
Si me engañan tres veces y les vuelvo a apoyar………soy tridiota.
Si me engañan cuatro veces y les vuelvo a apoyar………soy ...............
Asi hasta el infinito............................................porque sigo apoyándoles.
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