Había
una vez una currela muy solidaria. Sus padres eran militantes del comunismo
libertario y la currela lo llevaba en la sangre; por eso todo el mundo le
llamaba “Currelita Roja”.
Cuando entró a trabajar a relevos,
un día, su madre le pidió que llevase el bocadillo y le haría el relevo a su
abuela, que con las reformas ya no se podía jubilar nunca y trabajaba en una
fábrica al otro lado de la ciudad, recomendándole que no se entretuviese en el
trabajo, pues con la penúltima reforma laboral, conservar el trabajo era muy difícil,
ya que siempre andaba acechando por allí el explotador.
Currelita Roja recogió el bocata y
se puso en camino. La niña tenía que atravesar la ciudad para llegar al curro
de la Abuelita, pero no le daba miedo porque allí siempre se encontraba con
muchos conocidos: los compañeros de juegos, las cotillas...
De repente vio al explotador, que
era enorme, delante de ella.
- ¿A dónde vas, niña?- le preguntó
el explotador con su voz ronca.
- A hacer el relevo a mi Abuelita-
le dijo Currelita.
- No está lejos, su puesto de
trabajo - pensó el explotador para sí, dándose media vuelta.
Currelita puso su bocata en el
vestuario y se entretuvo cambiándose de ropa: - El explotador se ha ido
-pensó-, no tengo nada que temer. La abuela se pondrá muy contenta cuando me
vea que vengo a hacerle el relevo.
Mientras tanto, el explotador se
fue al curro de la Abuelita, llamó suavemente a la puerta y la anciana le abrió
pensando que era Currelita. Un currela que pasaba por allí había observado la
llegada del explotador.
El explotador despidió a la
Abuelita y se puso a releer la reforma laboral de 2012, se metió en la oficina
y cerró los ojos. No tuvo que esperar mucho, pues Currelita Roja llegó
enseguida, toda contenta.
La niña se acercó a la fábrica y
vio que su abuela estaba muy afectada, porque se había quedado sin trabajo y
sin indemnización.
Entonces, vio al explotador que ya
había contratado a otra persona y le dijo:
- Explotador, explotador, ¡qué jeta
más grande tienes!
- Es para joder a los currelas mejor-
dijo el explotador tratando de imitar la voz de buena persona.
- Explotador, explotador, ¡qué
falso más grande eres!
- Es para engañarte mejor- siguió
diciendo el explotador.
- Explotador, explotador, ¡qué
reforma laboral más mala tienes!
- Es para... ¡joderte mejoooor!- y
diciendo esto, el explotador malvado se abalanzó sobre la niñita y la despidió,
lo mismo que había hecho con la abuelita.
Mientras tanto, el currela se había
quedado preocupado y creyendo adivinar las malas intenciones del explotador,
decidió echar un vistazo a ver si todo iba bien en el puesto de trabajo de la
Abuelita. Pidió ayuda a un sindicalista, que conocía, por ser el que denunciaba
siempre todas las injusticias, y los dos juntos llegaron al lugar. Vieron la
puerta del curro abierta y al explotador tumbado en la oficina, riendo a mandíbula
batiente, y se oían las carcajadas por toda la fábrica, de tan feliz que
estaba.
El currela sacó su cuchillo y rajó
el vientre del explotador. La Abuelita y Currelita estaban allí, ¡sonrientes!.
Para castigar al explotador malo,
el currela le llenó el vientre de reformas laborales y luego lo volvió a
cerrar. Cuando el explotador despertó de su pesado sueño, sintió muchísima sed
y se dirigió a un estanque próximo para beber. Como las reformas laborales no
hay quien se las trague, porque joden mucho, cayó en el estanque de cabeza y se
ahogó.
En cuanto a Currelita y su abuela,
no sufrieron más que un gran susto, pero Currelita Roja había aprendido la
lección. Prometió a su Abuelita no apoyar a los que aprueban reformas y a
quienes las aplican. De ahora en adelante, seguiría las juiciosas
recomendaciones de su Abuelita y de su Mamá.
Las recomendaciones eran estas:
1.- Denunciar siempre las injusticias.
2.- Apoyar y unirse a quienes
siempre denuncian las injusticias.
3.- Participar y aportar ideas
solidarias.
4.- Promover la autogestión y el
apoyo mutuo.
5.- No permitir que nadie decida
por ti.
6.- Hacer a los demás lo que quiero
que los demás me hagan a mí.
Hay muchas más y la mayoría de las
personas las conocen. Son todas esas que casi nunca se ponen en práctica.
¿FIN?
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