ADORADORES DEL MALIGNO

Las personas adoradoras del mal se duplican
Su existencia parece sacada del más rancio cine de terror, pero existen en España, según un informe reciente al que he tenido acceso yo.
En España operan libremente miles de personas malignas, esparcidas en puestos de mando, según el estudio elaborado por la Red de Incautos Españoles Sinsentido (RIES).
Los currelas no sólo temen al maligno, sino que le adoran y se arrodillan ante él, rogándole limosnas y alguna horita extra.
Aunque no existen cifras oficiales del número de adoradores del maligno que hay en España, de los resultados del informe se deduce que alrededor de un montón de personas los adora. Yo conozco unos cuantos, tú conoces unos cuantos, él conoce unos cuantos, nosotros conocemos un montón, vosotros conocéis la ostia y ellos conocen un puñao.
"La gente no ha perdido el miedo a los Malignos” siguen cagados, asegura el precario y malabarista Cándido Amable, quien advierte de que "Los malignos actúan con más eficacia en aquellos lugares donde los que se arrodillan ante ellos, son mayoría".
El informe no analiza si estos grupos tienen o no actividades delictivas, pero parece ser que se pasan las normas y leyes por el forro, y el lugar en el que aparecen se convierte en un infierno.
Entre ese montón de malignos entran aquellos que practican la amenaza, o el acoso, aunque también se incluye a algunos asquerosos que se creen por encima de los demás, como los que aunque tienen pocas luces, tienen poder de mando y les llaman los Illuminati. (Los iluminados).
¿Actividades ocultas a la luz del día?
La mayoría de malignos, explica el estudio, opera a la luz del día. Se dan a conocer, reclutan con publicidad a nuevos miembros, y se hacen pasar por grupos practicantes de cualquier otra actividad distinta a la real. Muchos suelen decir que son políticos, sindicalistas, o técnicos o mandos intermedios fuera de convenio.
"Muchos de estos cabrones son conocidos y los especialistas sabemos de ellos cuando algún suceso ha sido filtrado al exterior cosa que siempre ocurre, ya sea por rituales en el trabajo de los que se tiene constancia una vez acaecidos, por metedura de pata de alguno de sus miembros que rompe el pacto de silencio, cosa sumamente rara, o por los propios miembros del grupo que desean puntualizar su marca de existencia sin más", sostiene el autor del estudio, el pringadillo eventual, Próculo Pelado.