Nos ha salido rana
EL PRINCI-PITO - EL PRIN-CIPOTE
El “princi-pito” cuando se hizo mayor, se convirtió en el “prin-cipote”
y en un cuento poético.
El prin-cipote se
considera un cuento lleno de hojas por la forma en la que está fabricado, pero
en realidad el cuento es un cuento, que te cuento, en el que se tratan temas
tan profundos como el sentido de la vida, el sexo, el dinero, el joder y el
poder.
En él, un “presunto” se encuentra perdido en el capitalismo
explotador, luego de que su forma “legal” de ganar dinero se acabara, pero para
su sorpresa, es allí donde conoce a “uno con contactos” que vive en otro
planeta. La historia tiene una temática filosófica, donde se incluyen paraísos
fiscales, cobrar por no hacer nada, dinero negro, dinero negro, dinero negro,
dinero negro, y críticas sociales dirigidas a la «extrañeza» con la que los decentes
ven las cosas. Estas críticas a las cosas «importantes» y al mundo de los indecentes,
van apareciendo en el libro a lo largo de la narración.
Un mangarín
El “presunto” cuenta que una vez, cuando era un
niño, hizo un dibujo de un billete de dinero que se guardaba en su bolsillo;
sin embargo, todos los adultos que veían el dibujo lo interpretaban
erróneamente como una servilleta de papel. Cuando el “presunto” trata de
corregir esta confusión, se le aconseja que deje de lado los dibujos y se
dedique a algo más productivo. El “presunto” entonces se lamenta de la poca
comprensión que tienen los adultos decentes por la creatividad, a la hora de
quedarse con lo ajeno y sin dar un palo al agua.
Ya de adulto, y pensando en el indulto, se codea
con poderosos que le explican como ganar mucho dinero, sin trabajar y engañando
al populacho.
Se cuenta que por esa época, había un tipo muy importante
que un día se fue al campo, se tumbó en pelotas sobre la hierba, y la
casualidad hizo, que una brizna de hierba del campo, se le metiera por el ano.
Desde entonces se dice que es campechano.
Ya de “apañador”, el “presunto” se ha convertido
en un fenómeno y, un día, uno de sus negocios sufre un inconveniente. Sin
embargo, de la nada aparece alguien al que el “presunto” llama “prin-cipote”. Éste
le pide que trabaje con él, y el “presunto” decide mostrarle su viejo dibujo
del billete en su bolsillo, que, para su sorpresa, el “prin-cipote” interpreta
correctamente. Después de varios intentos para forrarse sin dar un palo al agua,
“presunto”, en su frustración, termina por dibujarle una montaña de billetes de
dinero y le explica que es posible forrarse gracias a los contactos que tiene; “el
prin-cipote” lo acepta y le responde que eso era lo que quería.
El “princi-pito” y la “ele-infanta” es otro
cuento.
Y colorín colorado, algunos, sin dar un palo al
agua, se han forrado.
“Un prin-cipote, cuando se mete donde no debe, puede hacer mucho daño”.
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